Francisco Canseco parte de la experiencia concreta vivida en contacto con los grupos seglares marianistas y afirma la necesidad de vivir la Iglesia como una Familia. Es aquí donde se sitúa la Familia Marianista. Hacerla real es una novedad y un desafío. Nuestra relación con las Comunidades Laicas sigue siendo en gran medida una tarea apostólica entre otras muchas que llevamos a cabo pero no es un eje central. De cara a seguir avanzando es necesario ensayar proyectos misioneros como Familia Marianista y cultivar el sentido de pertenencia. El autor indica también algunos caminos de futuro: vivir como Familia Marianista las diferentes misiones, los Consejos de Familia, el voluntariado, la formación, la pastoral vocacional, Agora Marianista, iniciar juntos una experiencia de misión compartida.