Han pasado tres años desde que el proyecto de acogido a menores en situación de desamparo comenzara su andadura. La comunidad marianista de Adelfas en Madrid, habría sus puertas a la realidad de jóvenes sin familia, bajo la atención de la Administración Pública, que en el momento inminente a alcanzar la mayoría de edad se ven abocados a la calle, sin ningún tipo de sostenimiento humano, recursos de formación, o empleo con el que ganarse la vida. Queriendo responder a esta llamada de la realidad, surgió el proyecto de acogida, y con él, los religiosos dispuestos a llevarlo adelante. Al inicio de este artículo, ellos mismos nos cuentan como han vivido estos inicios y lo que está aportando a su vida marianista: Cuando se nos encomendó la tarea de abrir nuestra vida comunitaria a menores en situación de desamparo o riesgo, ninguno de nosotros se había visto en una igual, con temor y temblor asumimos el reto de formarnos y exponernos a esta experiencia. Conscientes de que tal “experiencia” no es un experimento, sino la oportunidad de hacer vida, experiencia, historia personal en un marco distinto. No íbamos a fundar una nueva obra, una residencia, un centro en la que desenvolvernos como educadores, como profesionales. Lo que abríamos era nuestra casa, nuestra dinámica de convivencia, nuestro tiempo libre, nuestras vidas… a otras vidas, vidas de personas que muy probablemente cambiarían la nuestra.
El discreto horizonte de nuestra misión, era apostar por hacer de nuestra vida comunitaria, de su capacidad de acogida y humanización, una ventana abierta por la que se nos colara una forma nueva de ser religiosos y de ser comunidad marianista.”
Sin duda, este artículo nos ofrece un testimonio de primera mano de lo que supone responder a los desafíos del presente, con sencillez, desde la riqueza de nuestra propia vida y carisma.