Como brotes de olivo en torno a la mesa

“Los brotes de olivo” son los integrantes de una comunidad marianista. Hoy les vemos sentados en torno a mesas diferentes y ello para poder ser felices y ser fecundos. En el fondo para hacer de la vida comunitaria un ecosistema donde los integrantes puedan estar bien y crecer y ayudar a crecer. Al hacerlo no deben olvidar el sabio consejo de D. Bonhoeffer: “La persona que ama su sueño de comunidad más que la real comunidad en si misma destruye la comunidad”.

Las mesas son objetos, muebles y todo un símbolo. En torno a las diferentes mesas se satisfacen las grandes necesidades de los integrantes de una comunidad marianista. ¿Cuáles son esas mesas?

– La mesa del comedor: mesa que nos convoca y nos pone en buenas condiciones para compartir, dialogar, hablar espontáneamente, para estar, recuperar fuerzas
– La mesa de la eucaristía: en torno a ella nos sentamos una vez al día en torno a Jesús y para alimentarnos, escuchar, agradecer, alabar y renovar la alianza
– La mesa de la sala de la comunidad que nos convoca para planificar, soñar juntos, decidir, aprender, evaluar
– La mesa para jugar encima de la cual hay cartas u otros medios para pasar bien el tiempo, reírse, distenderse, olvidar, vivir gratuitamente
– La mesa de al cocina, que es la mesa del servicio ya que sobre ella preparamos la comida para los demás, para que renueven sus fuerzas para servir mejor
– La mesa del trabajo, que normalmente está en nuestro cuarto y sobre ella ordenamos nuestro pensamiento, escribimos o leemos, preparamos el material para nuestros trabajo.
– La mesa de los pobres; es la mesa sobre la que se sientan los pobres con nosotros y nosotros con ellos y todos nos sentimos a gusto. Es la mesa de la hospitalidad.

Como reflexión final es importante afirmar:
– Que no debe faltar ninguna de estas meses en nuestras comunidades.
– Que todas se inspiren en la de la Eucaristía
– Que son complementarias y que en todas se aprende a vivir y a ser religiosos.
– Es mucho el tiempo que pasamos en torno a las diferentes mesas y en cada una de ellas con una intención y objetivo especial. Importante que todos esos momentos sean un tiempo fecundo.

Las mesas, en fin, son para recordar y celebrar, para alimentarnos y compartir, para trabajar y estar con nuestros invitados. Todas estas actividades son importantes en nuestras vidas. No todos son capaces de sentarse en torno a una mesa y compartir. En algunas comunidades la dificultad es especial para sentarse sobre algunas de ellas. Por supuesto hay que estar a gusto en torno a las diferentes mesas. Sólo así nuestras comunidades cultivan las semillas de la futura vida religiosa revitalizada.

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